miércoles, noviembre 09, 2005

El Pequeño Labriego


*** El Pequeño Labriego ***

Edición de Octubre de 2005

Publicado por el Comité de Difusión
del Tercer Testamento
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ediciones anteriores en http://144000.net/boletin/
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CONTENIDO:

- Primera Palabra
- Voluntad divina y voluntad humana
- Poniendo Límites a Dios
- Quitando los límites a Dios
- Palabra Final
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- Primera Palabra:

¿Quién de nosotros, pecadores, no ha elevado una petición al
Padre, y que salida del fondo de nuestro corazón o de nuestra
necesidad, pareciera no haber sido atendida?

¿Quién de nosotros, que habiendo sido sorprendido por alguna
prueba dolorosa, no ha dicho al Señor: "Padre, hágase tu
voluntad", para después pasar a quejarse de ella si las cosas
no salen como nosotros deseamos o sentimos que el resultado
no es justo ni conveniente?

Sí, amados hermanos, no creo que sea muy aventurado decir que
todos hemos pasado, en algún momento, por ese trance.

Bien sabemos que no debemos intervenir en los altos designios
del Señor pero la verdad es que lo intentamos a cada momento.

En esta edición cubriremos de manera breve algunas
consideraciones hacia lo que es la voluntad divina, que muchas
veces han estado en nuestras mentes y corazones.

Y en íntima conexión con ello, reflexionaremos un poco por qué
a veces pareciera que el Padre no atiende nuestras
peticiones y veremos qué es lo que en realidad sucede.

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VOLUNTAD DIVINA Y VOLUNTAD HUMANA

Todos conocemos esa frase de la enseñanza divina que dice:

"La hoja del árbol no se mueve sin la
voluntad de Dios"


Y ciertamente así es; ni la hoja del árbol, ni los rayos del
sol, ni las estrellas del firmamento ni las aguas en los
mares se mueven sin la voluntad divina.

Pero ¡ay! el hombre sí.

Nosotros, en tanto espíritus dotados de libre albedrío, las
más de las veces nos movemos de acuerdo, no con la voluntad
divina, sino con la nuestra, contrariamente a como sucede con
los elementos de la naturaleza, quienes son obedientes del
Creador de todas las cosas.

"Decís que nada pasa sin la voluntad de
Dios, para disculparos de vuestros
errores, mas en verdad os digo que os
equivocáis, porque sí pasan vuestros
errores, vuestras pequeñeces sin la
voluntad de Dios; ved cómo el
Todopoderoso jamás se impone por la
fuerza sobre vosotros, por su poder; eso
lo hacéis vosotros con vuestros hermanos
más débiles."
El Tercer Testamento

¡Cuántas veces hemos atribuido a la voluntad divina los
frutos amargos que recogemos en la vida! Culpamos a Dios del
dolor y de la guerra, de la miseria y de la injusticia cuando
todo ello ha emanado de nuestra voluntad, no de la divina.

No hemos comprendido que al apartarnos de la senda de la
obediencia a los dictados de la voluntad divina, trazamos
veredas diferentes que nos desvían del camino del
cumplimiento, convocando de esta manera el dolor, la
miseria, la enfermedad y la muerte.

"Largo ha sido el camino de pruebas para
vuestro espíritu. Sois a semejanza de
los árboles milenarios que sueltan sus
hojas secas al contacto de los vientos
que los azotan y los desnudan, para
después cubrirse de nuevas hojas."

"Así cumple el árbol la voluntad del
Padre; así deberíais cumplir todos,
dejando que las pruebas y lecciones que
a través de la vida os da vuestro Padre
os despojasen de viejas vestiduras, de
impurezas y andrajos del espíritu para
surgir revestidos de nuevas galas."

"Sabed, discípulos, que el dolor aparta
de vuestro corazón los malos frutos, os
da experiencia, haciendo que vuestros
errores se tornen en aciertos."

"¿Os ha sacudido algunas veces el dolor?
¿Han crujido vuestras ramas, se han
desprendido las hojas secas y han caído
de vuestro árbol los malos frutos? Yo os
digo que el bien que ha adquirido
vuestro espíritu no se compara con lo
que más valga en el mundo."

"Os pongo ejemplos que en la Naturaleza
miráis cada día, como el del árbol
cuando es azotado por el vendaval,
porque la naturaleza material es una
manifestación de la naturaleza divina;
por tanto, en todo cuanto os rodea en
esta vida, podréis encontrar una lección
o una revelación para vuestro espíritu."
EL TERCER TESTAMENTO
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PONIENDO LIMITES A DIOS

Cuando nos llega una prueba muy fuerte, o cuando sentimos que
el dolor que nos abruma es demasiado, solemos elevar la
mirada al Cielo y elevamos las más diversas peticiones en
busca del auxilio divino, y esperamos... a veces
confiadamente, y a veces no tanto.

Y si después de esperar no vemos que se nos conceda aquello
que pedimos, no tardamos en reclamarle al Padre por Su
indiferencia ante nuestras súplicas, acusándole de insensible
y tratando de conmoverle de las más diferentes maneras,
creyendo con ello 'ablandar su corazón' e intentando así
lograr despertar Su piedad y misericordia.

Y no nos damos cuenta que somos nosotros los que ponemos un
límite al poder divino.

Sí, hermanos, así es. Nosotros, limitamos los alcances del
amor divino. Ya el rey David hablaba de esto en sus salmos:

"¡Cuántas veces lo ensañaron en el
desierto, Lo enojaron en la soledad!
Y volvían, y tentaban á Dios, Y
ponían límite al Santo de Israel."

"No se acordaron de Su mano, del día
que los redimió de angustia;
Cuando puso en Egipto Sus señales, y
Sus maravillas en el campo de
Zoán..."
Salmos:78:40-41

Aquí David se refiere del pueblo de Israel en su travesía en
el desierto, ese mismo pueblo que a pesar de haber
contemplado y vivido los alcances portentosos del poder
divino una y otra vez, en su necedad y tozudez y olvidándose
de todos los prodigios que el Señor manifestara delante de
ellos, negaban de manera contumaz Su poder, negándose a
recordar todo cuanto el Señor les había concedido.

A similitud de ese Israel de antaño, el Israel de ahora anda
vagando en un desierto, el desierto de la vida humana, y tal
y como sucedió antes, negamos una y otra vez el poder divino
en cuanto nos toca el dolor o la prueba llega a nuestras
puertas, y en nuestra desesperación e ignorancia ponemos un
límite a Dios.

Es decir, le pedimos pero al mismo tiempo le trazamos un
límite a Su acción.

¿Cómo es que ponemos ese límite? ¿Cómo es que nos rehusamos a
aceptar la gracia que brota incesantemente del amor divino?

Por nuestra escasa fe y por nuestra falta de perseverancia.

Es nuestra falta de fe la que hace que no podamos contemplar
en nuestra vida el prodigio que pedimos; nuestra incredulidad
nos convence de la mentira y así llegamos a creer que para
Dios hay imposibles.

El Divino Maestro explicaba esto a quienes le rodeaban cuando
no veían producirse en ellos tantas maravillas que el Divino
Maestro prodigaba a Su paso.

"Y Jesús les dijo: Por vuestra
incredulidad; porque de cierto os digo,
que si tuviereis fe como un grano de
mostaza, diréis á este monte: Pásate de
aquí allá: y se pasará: y nada os será
imposible."
Mt:17:20

"Nada os será imposible"... ¡cuán alentadoras palabras para
quienes tanto necesitan del auxilio divino! Y nos ponemos a
pensar: ¿Habrá algo que sea imposible para Dios?

Veamos lo que le dice el ángel de la Anunciación a maría:

"Porque ninguna cosa es
imposible para Dios."
Lc:1:37

Se reitera acá, una vez más, que para Dios no existen
imposibles; así sea para la concepción tardía de un hijo
(cosa que también comprobaran Abraham y Sara) como para
asuntos que a parecieran ser absolutamente imposibles... como
por ejemplo, la salvación de la humanidad.

Ciertamente, la salvación de la humanidad se antoja como algo
totalmente imposible, pero ¿realmente lo es?

A nosotros nos parece absurdo y utópico el pensar en que la
humanidad pueda ser salvada, pero lo que sucede es que esto
no es tarea humana, es tarea divina, porque para Dios no hay
nada imposible. El Divino Maestro señala que aun cuando para
los hombres exista algo imposible, es totalmente posible para
Dios.

"Y él les dijo: Lo que es imposible para
con los hombres, posible es para Dios."
Lc:18:27

¿Cómo hacer que lo que pedimos, aun aquello que parece imposible, se vea
realizado? Creyendo en ello.

"Y todo lo que pidiereis en
oración, creyendo, lo
recibiréis."
Mt:21:22

"Por tanto, os digo que todo lo
que orando pidiereis, creed que
lo recibiréis, y os vendrá."
Mr:11:24

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QUITANDO LOS LIMITES A DIOS

Podemos suprimir esos límites que hemos puesto para la acción
divina en nuestras vidas y espíritus.

Obviamente, como mencionamos arriba lo primero es tener fe.

Basta con que pensemos en que eso que pedimos es posible
puesto que ya existe en nuestra mente espiritual para que de
ahí, pase a ser manifestado en nuestra vida, en nuestro mundo.


Santiago, el justo, explica esto:

"Y si alguno de ustedes tiene
falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y
le será dada."

"Pero pida con fe, no dudando
nada, porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que
es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra."

"No piense, pues, quien tal haga,
que recibirá cosa alguna del
Señor."

"El hombre de doble ánimo es
inconstante en todos sus caminos."
Santiago 1:5-8

Esto está quizás mejor explicado en esta breve cita tomada
del libro El Mensaje de María, parte integral del Tercer
Testamento:

"La fe es una fuerza poderosa que
realiza lo que humanamente es
imposible, consumando aquello que
llamáis milagro."
EL TERCER TESTAMENTO

Lo segundo, después de tener fe, es perseverar en orar:

"La oración eficaz del justo puede
mucho".
Santiago 5:16

¿Cómo hacemos eficaz la oración? Con el fervor, con la
dedicación, con la insistencia en ella.

"Elías era hombre sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no
lloviese, y no llovió sobre la
tierra por tres años y seis meses".

"Y otra vez oró, y el cielo dio
lluvia, y la tierra produjo su
fruto."
Santiago 5:17,18

El Divino Maestro fue quien enseñó esto a Sus discípulos,
como vemos en lo que sigue:

"...es necesario orar siempre, y no
desmayar"
Lc:18:1

La oración, hecha de manera ferviente y perseverante obtiene
todo cuanto de bueno pidamos al Señor. Y en el Tercer Tiempo,
el Padre nos vuelve a señalar este punto:

"Yo os digo: ¿Por qué no tocáis mi
Espíritu Divino con vuestro pensamiento
limpio, con vuestra oración fervorosa?
Obtendríais todo lo que vuestro espíritu
y materia necesitaran."
EL TERCER TESTAMENTO

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- Palabra Final

Amados:

Espero que estas breves líneas hayan aportado algo a estos
temas que para algunos de nosotros, revisten una suma
importancia.

Humildemente nos exhorto a todos, a orar, a orar mucho,
sabiendo que con fe y perseverancia, alcanzaremos eso que a
muchos parece imposible...

Que la paz de mi Padre sea con todos mis hermanos.

Tu hermano en el Señor
El Pequeño Labriego

4 comentarios:

Lety Ricardez dijo...

Leo y me maravillo de la grandeza de mi Dios y de la forma en que pone en mí su Gratuidad. El abismo de mis miserias, atrae el Abismo de Su Misericordia.

Misionero dijo...

Gran Lety, mi querida amiga, me maravilló saber que anduviste por aquí y con mucho acierto dejaste marcado en tu comentario la huella de tu linaje. Encantado de tu presencia acá, muchas gracias por manifestartre. Te aseguro que la gratuidad del Padre siempre estará contigo. Bendiciones y un cariñoso saludo.

Shine dijo...

Que hermoso su blog, felicidades, gracias por compartirlo.

gela2804 dijo...

Que dios le bendiga y lo de mas iluminacion por esta hermoas pagina.